Superar la Pérdida: Guía de Duelo – ELEVA

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¿Soltar? … Elaborar recuerdos con amor para transitar la pérdida. Te acompaño. – ELEVA CONSCIENTE. 

Como seres sociales, los humanos requerimos de vínculos para el desarrollo adaptativo a lo largo de nuestro ciclo de vida. Cuando uno de estos vínculos se fragmenta o rompe, surge un período de significativo impacto emocional denominado duelo. El grado de afectación que presenta este cambio o pérdida depende de cada individuo y de los recursos que dispone para transitar esta situación. Asimismo, influyen factores como las circunstancias en que se dio la pérdida, la relación con la persona que se ausenta o ya no estará más porque ha trascendido, la personalidad de quien sufre la pérdida, antecedentes de duelo y el contexto socio-familiar. Algunos casos requieren de una intervención profesional para tratar lo que llamamos un duelo crónico o prolongado, pues la persona que está pasando por la situación de pérdida no ha logrado un trámite adaptativo, sus recursos no han sido suficientes o desconoce sobre las herramientas que pueden ayudar en este proceso que es único para cada ser. Por ello, aprendamos juntos a elaborar nuestros recuerdos con amor y hablemos sobre el duelo.

A lo largo de la vida, desde el nacimiento como primera separación del cordón umbilical que nos conecta con nuestra madre, continuando con el desarrollo y la influencia que en este tiene la cultura en que estamos inmersos, viajamos a lo largo del ciclo de nuestra existencia en una constante de vínculos, pérdidas y separaciones, hasta la probablemente más temida, que es la de la propia muerte o la de nuestros seres queridos. Como señala F. Torralba (en Cabodevilla, 2007), en todo ser humano habita esa delgada línea que nos lleva de un estado de bienestar y equilibrio a uno de fragilidad y vulnerabilidad. Por ello, afirmar que el ser humano es vulnerable significa decir que es frágil, que es finito, que está sujeto a la enfermedad y al dolor, al envejecimiento y a la muerte, así como a situaciones como la migración, la pérdida del empleo, la ruptura de una relación prolongada o significativa, entre otras coyunturas que generan desequilibrio o desbalance en la estabilidad emocional de una persona.

La forma en que los individuos expresamos el duelo está estrechamente relacionada con la cultura a la que pertenecemos. Así, por ejemplo, vestirse de negro, realizar algún tipo de ritual, conmemorar y agradecer por la vida de la persona que trascendió, etc., son algunas de estas costumbres que socialmente nos han sido transmitidas durante nuestro proceso de crianza. Además, cuando transitamos por una etapa de duelo también experimentamos algunas sensaciones físicas que van de la mano de expresiones emocionales como la tristeza, el llanto y el enojo, características comunes en una pérdida, aunque cada ser siente y exterioriza el duelo de manera particular. Algunas personas pueden percibir sentimientos de soledad y desolación; pueden ocurrir cambios en el apetito, comer más o mucho menos; el sueño puede aumentar o disminuir al punto del agotamiento; y surgen en algunos casos sentimientos de culpa y vergüenza.

Desde la teoría, se habla de 5 etapas por las que puede transitar un proceso de duelo. Sin embargo, subrayemos de nuevo que cada individuo lo vive a su manera y puede que incluso no pase por alguna de las etapas, además de que no hay un orden definido. El paso por estas etapas va en función del modo en que la persona se enfrenta, la fase en que se encuentra y el tiempo que le toma sobrellevarlo. De acuerdo con un artículo publicado por la organización americana Stanford Medicine Children’s Health, las personas que están en duelo no necesariamente progresan en el mismo orden por las diferentes etapas; algunos pueden comenzar por la negación, mientras que otros inician con el enojo. Sin embargo, es importante saber que vivir cada etapa, al ritmo individual, ayuda en el proceso de sanación.

¿Cuáles son esas etapas del duelo? 

A continuación, te presentamos brevemente cada etapa con su definición y características. 

Negación:  En esta etapa la persona se niega a creer e intenta convencerse a sí misma de que la pérdida no ha ocurrido, de modo que la negación juega una función protectora, pues surge cuando el suceso es demasiado abrumador y quien lo vive no se siente en capacidad para enfrentarlo. La persona puede experimentar, además de incredulidad, un estado de shock. 

  • Enojo: La persona se siente muy molesta y en total disgusto con la situación que está transitando. Una de las mejores maneras de combatir el enojo es poner en práctica algún tipo de actividad física. También es útil hablar con familiares y amigos.
  • Negociación: Cuestionar a Dios, al universo, a la vida y preguntarse “¿por qué a mí?”, y “¿qué hice para merecer esto?”, son dudas que surgen en esta etapa. La culpa es la emoción principal de esta etapa. Buscar un hecho que haya podido contribuir al suceso es parte de la negociación. Es importante recordar que no hay nada que usted haya hecho que pudiera contribuir con lo sucedido, simplemente hay situaciones que se salen de nuestro control.   
  • Depresión o tristeza: Esta es una etapa en la cual ya no puede negarse la pérdida, y surge un profundo sentimiento de tristeza. Esto es normal. Suele estar acompañado de cambios físicos como problemas para dormir o sueño excesivo, cambios en el apetito o dificultad para concentrarse en las actividades diarias. Es muy importante hablar sobre la depresión con un profesional de la salud mental.
  • Aceptación: Aquí la persona logra aceptar y se adapta a la pérdida, llegando al punto en que lo ocurrido pasa a ser parte de su vida. Esto no significa que nunca volverá a recordar o sentir ciertas emociones en torno al suceso, pero, por lo general, las personas pueden manejar sus vidas de mejor modo cuando se llega a esta etapa. 

Hasta aquí, podemos concluir que, según Payás (en Camacho, 2013), el duelo es la respuesta natural y adaptativa del ser humano ante la pérdida de una persona, cosa o valor con la que se ha construido un vínculo afectivo. Diferentes factores pueden afectar la evolución adecuada del proceso de duelo, y además, pueden constituir un riesgo de complicación si el proceso no se vive conscientemente o no se gestiona oportunamente cuando aparecen señales de estancamiento o prolongación hacia un duelo crónico. Entre los factores de mayor impacto cabe destacar las circunstancias de la pérdida, es decir, si ha sido un suceso repentino (suicidio, accidente, desastre natural) o esperado (por enfermedad), la edad del fallecido y el parentesco con este, además del vínculo afectivo construido. La edad del doliente en el momento de la pérdida también juega un papel importante, pues al experimentar múltiples pérdidas a lo largo del ciclo vital, es de esperar que en la edad adulta, los mecanismos de adaptación desarrollados favorezcan, al menos en algunos casos, una especie de acomodación natural después del periodo de impacto inicial. Asimismo, el género del doliente influye en tanto que, basándonos en los roles socialmente asignados, diferentes estudios han encontrado una variación significativa en las reacciones y percepciones tras la pérdida. Los hombres suelen retomar más pronto sus labores y rutina, mientras que las mujeres concentran su esfuerzo en el cuidado y atención de sus seres queridos y expresan reacciones de duelo más intensas.

En definitiva, todos reaccionamos de forma diferente ante una pérdida y recurrimos a nuestros propios mecanismos para sobrellevar el dolor que esta conlleva. Según la American Psychological Association, las investigaciones indican que con el paso del tiempo, la mayoría de las personas se recuperan de la pérdida si pueden contar con el apoyo de su entorno social y mantener hábitos saludables. Si tenemos en cuenta que la mayoría logra superar una pérdida y continúa con su vida, adaptándose a la situación, haciendo uso adecuado de los recursos disponibles, esto sugiere que los seres humanos, por naturaleza, somos muy resilientes y nos sobreponemos ante la adversidad.

Queremos compartir contigo algunas estrategias que pueden resultar muy útiles al momento de lidiar con una pérdida

  • Habla sobre lo sucedido con amigos, familiares o colegas.
  • Acepta tus sentimientos y exprésate, no trates de ocultarlo. 
  • Cuídate en la alimentación, haz ejercicio y descansa. 
  • Ayuda a otras personas cercanas que también lidian con la pérdida. Esto te ayudará a sentirte mejor contigo mismo, al ayudar a los demás. 
  • Rememora y celebra la vida de tu ser querido. Recuerda con amor y aférrate a los momentos significativos que compartieron juntos.
  • Si sientes que tus emociones te abruman y no logras superarlas, te puede ayudar mucho hablar con un profesional de la salud mental, el cual te va a orientar con el proceso de recuperar el rumbo y salir adelante, buscando juntos estrategias para superar la tristeza.  

¿Qué hacemos desde la YMCA Latinoamérica y el caribe para ayudar?

Desde el programa regional de salud mental ELEVA, creemos en la importancia de abordar temáticas como la mencionada aquí y, por ello, promovemos procesos de prevención y cuidado desde la educación experiencial. En este contexto, junto con jóvenes y adultos participantes, buscamos forjar redes y vínculos de apoyo, partiendo de la formación conjunta que conduce a la interacción, el compañerismo y la fraternidad. Cada uno de nuestros participantes aporta su historia personal y, en ELEVA, nos esforzamos por generar ambientes seguros donde las personas tengan plena confianza para ser y expresar sus sentimientos, propiciando el diálogo constructivo y momentos incluso catárticos. Esto les permite hablar y liberar aquello que los aqueja o les genera inquietud en su vida cotidiana, ya sea por situaciones puntuales o dudas surgidas durante los encuentros vivenciales.

Finalmente, resaltamos la gran relevancia de conocer y entender temáticas como el duelo, pues un abordaje oportuno permite a la persona en situación de pérdida ser consciente de su proceso y fortalecer su capacidad de resiliencia. Esto es vital, especialmente si se ve afectado por un bloqueo de recursos, una red de apoyo limitada o por desconocimiento de las herramientas que los profesionales de la salud mental ofrecen para brindar apoyo en la reorientación de ideas y percepciones frente al suceso doloroso. Si un amigo, familiar o persona cercana está pasando por esta situación y reconocer algunas de las señales mencionadas en este artículo, puedes formar parte de su red de apoyo y acompañarlo en su proceso, estando ahí para él o ella y ayudándole a buscar ayuda profesional si fuera necesario. Recordemos que los objetivos de la intervención se orientan principalmente a: mejorar la calidad de vida del afectado, disminuir el aislamiento social, aumentar la autoestima, reducir el estrés y mejorar la salud mental para prevenir enfermedades futuras.

Para poder seguir aprendiendo acerca de este tema y muchos más relacionados con la salud mental te invitamos a seguir la página oficial de la YMCA Latinoamérica y el caribe @ymcalac y  la página oficial del movimiento en Risaralda, Colombia @ymcarisaralda y a visitar la página del eleva https://ymcalac.org/eleva-ymca/eleva-blog/ 

Referencias:

  • Cabodevilla, I. (2007). Las pérdidas y sus duelos. In Anales del sistema sanitario de Navarra (Vol. 30, pp. 163-176). Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.
  • Camacho, D. (2013). El duelo: la respuesta emocional ante la pérdida [Grief: the emotional response to loss]. EduPsykhé: Revista de psicología y psicopedagogía, 12(2), 129-149.
  • Dávalos, E. G. M., García, S., Gómez, A. T., Castillo, L., Suárez, S. S., & Silva, B. M. (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo de las pérdidas emocionales. Revista de Especialidades Médico-Quirúrgicas, 13(1), 28-31.
  • Stanford Medicine Children’s Health (sf). Duelo y luto. Tomado de: https://www.stanfordchildrens.org/es/topic/default?id=grief-and-bereavement-90-P06141
  • Vargas Solano, R. E. (2003). Duelo y pérdida. Medicina Legal de Costa Rica, 20(2), 47-52.

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