Desarrollar el Kit de Herramientas para la Consolidación de la Paz Comunitaria ha sido una de las experiencias más significativas y enriquecedoras de mi vida. Fue un trabajo profundamente colaborativo entre líderes jóvenes de YMCA Canadá, Estados Unidos y El Salvador, que unimos nuestras voces y saberes para crear algo con impacto real.
Desde el inicio, nuestro objetivo fue claro: contribuir a un Mundo Justo, como lo propone la Visión 2030 del movimiento YMCA, empoderando a las comunidades para abordar la violencia desde el diálogo, la reflexión y la acción colectiva.
Lo más poderoso fue trabajar entre culturas. Compartir experiencias tan distintas —pero igualmente valiosas— nos permitió reconocer cómo se manifiestan la violencia estructural y cultural en distintos contextos. Y más importante aún: cómo las comunidades pueden organizarse para responder con empatía, respeto y soluciones concretas.
Este enfoque intercultural no solo enriqueció el contenido del Kit; también fortaleció nuestros lazos como equipo. Aprendimos a escucharnos, a cuestionar nuestros propios enfoques, y a crear un recurso que refleja realidades vividas desde distintos rincones del continente.
En un mundo marcado por la exclusión y la violencia, este tipo de iniciativas demuestran que sí es posible construir paz con herramientas prácticas, educación y colaboración genuina. Esta experiencia no solo me transformó como persona, también me reafirmó el poder de trabajar colectivamente por un cambio real.
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